Un arroyo emblemático para los montevideanos, un viaje desconocido para muchos...
Puente sobre Arroyo Miguelete, Parque Prado. Año 1917.El Prado es el primer y mayor parque público de la ciudad, con 106 hectáreas. Se conformó como un proceso de agregación en el tiempo de calificadas estructuras verdes urbanas, que se localizan alrededor del arroyo Miguelete, que es su principal conector y vertebrador. El núcleo principal de terrenos que forman su actual extensión lo constituyen los que adquiriera -entre 1862 y 1867- don José de Buschental, para diseñar y construir en ellos su quinta, que llamó del “Buen Retiro”.
Arroyo Miguelete. Otra vista del puente Buschental |
La historia de la quinta del Buen Retiro, del banquero alsaciano José de Buschental, que hoy representa la mayor parte del parque del Prado, tiene como origen un amor no correspondido. Buschental diseñó su espléndida morada rodeada de jardines majestuosos, para los que hizo traer especies de flora y fauna exóticas, llegando a tener monos, osos hormigueros y serpientes amazónicas, para complacer a su esposa María da Gloria de Sorocaba, nieta del emperador de Brasil. Sin embargo, su mujer decidió quedarse en Madrid y no visitó su fastuosa casa quinta hasta después del fallecimiento de Buschental en Londres, en 1870. Cuando finalmente vino a Montevideo lo hizo para vender los bienes de su esposo, tras lo cual regresó a Europa
Pescando |
Pescando |
Arroyo Miguelete Niña pecando año 1905 |
Actual puente Miguelete |
Kilométricas sábanas de texto se destinaron en las crónicas de los diarios;
hubo abundante material para los reporteros que escribían sobre el
departamento cubierto por las aguas, con los cauces urbanos totalmente
desbocados y fuera de curso.
Fueron al suelo columnas telegráficas, la capital quedó incomunicada con el
interior y con Buenos Aires. Los servicios ferroviarios quedaron cortados.
La policía quedó acuartelada en previsión de que la ciudad quedase a
oscuras, y los soldados fueron destinados a desagotar sótanos y auxiliar
gentes en peligro de vida...
El puente de Paso Molino se vino abajo, y atendiendo a que los trenes del
abasto procedentes de Santiago Vázquez no podrían llegar, se dispuso la
rehabilitación del antiguo matadero de Maroñas.
Así quedó el Puente de Paso Molino
Los periódicos se arrogaban mayores tirajes que nunca, cosa habitual por
entonces; pero esa vez era real, pues invitaban a la gente a arrimarse a sus
imprentas para verificar los tirajes.
Todos los procedimientos de ilustración existentes por entonces eran
inasequibles: la litografía por exigencia de papel especial, la xilografía
por no haber dibujantes grabadores, la fototipía era cara y la zincografía y
el fotograbado español aún demorarían un tiempo en adaptarse a las
exigencias de la composición tipográfica rápida.
Pero según todas las crónicas, los Arroyos Seco, Miguelete, Quita Calzones
(del que ya hablaremos en nota próxima) y el Pantanoso se habían convertido
en ríos torrentosos. La fosa del ferrocarril del Cordón (por donde hoy corre
la calle Galicia) era un hervidero que, camino a la bahía, inundaba varias
cuadras al llegar al cruce de la Avenida Rondeau. En el Puente de las
Duranas, las aguas cubrían 500 metros por el Camino Millán.
Estado del puente despues de la tormenta 1895 |
Nadie imaginaba entonces que el final del peaje sobre Agraciada iba a estar
signado por la tragedia...
El antiguo puente iba a resultar destruido por un violento temporal,
acompañado de una lluvia torrencial, que se desató en la noche del 27 y en
la madrugada del 28 de marzo de 1895 y, finalmente, sustituido por el que
actualmente existe, que al librarse al tránsito, se hizo eliminando el
peaje.
Sobre las inusuales crecientes decía la crónica del Diario El Día:
En 1895, se había registrado otra gran inundación en El Prado, cuando se desbordó el arroyo Miguelete. Un violento temporal, acompañado de una lluvia torrencial, se desató en la noche del 27 y en la madrugada del 28 de marzo de 1895.
Decía la crónica del diario El Día: "No se recordaba desde hace mucho una lluvia tan fuerte y abundante. Después de un chaparrón a modo de prólogo y de la abundante granizada que siguió, parecían haberse abierto las cataratas del cielo".
El desborde del Miguelete hizo que se viniera abajo el puente del Paso Molino, pero no fue el único percance que vivió la ciudad ese día aciago. El viento volteó columnas del telégrafo, la capital quedó incomunicada con el interior y con Buenos Aires, los servicios ferroviarios quedaron cortados y la policía quedó acuartelada en previsión de que la ciudad quedase a oscuras, y los soldados fueron destinados a desagotar sótanos.
Crecida e inundación del Miguelete en 1959 |
Puente en el Miguelete -
Tras alguna demora provocada por la referida epidemia de fiebre amarilla,
las obras fueron concluidas y habilitadas a fines de 1858. "Es digno notar -
expresaba "La República", el 28 de noviembre del mismo año, citada por
Alfredo R. Castellanos - la gran conveniencia que ese puente y calzada ha
establecido ya para todos los vecinos de sus alrededores, facilitandoles el
tránsito gratis, pues sólo los animales y rodados son los obligados a pagar
peaje".
Al poco tiempo, el público que tantos elogios prodigara al puente sobre
el Miguelete, el pueblo reaccionó en forma desfavorable. El Arroyo Seco,
durante casi todo el año, era un hilo de agua y levantaba protestas que se
tuviera que pagar peaje por un servicio que, en verdad, resultaba
innecesario. Pero la sociedad, con ambos peajes, debía resarcirse del
capital invertido en el puente del Paso del Molino. Una verdadera
tempestad se levantó en el ambiente, y lo que se había estimado como una
acción progresista de emprendedores vecinos, pasó a ser considerada una
empresa de tremenda usuraLos peajes se regulaban, según Juan Carlos Pedemonte, de acuerdo a la
siguiente tarifa: Jinete: veinticinco centésimos. Animal vacuno, mular o
caballar: diez centésimos. Cerdos o lanares: cinco centésimos. Vehículo,
cargado o vacío, ida y regreso en el día: sesenta centésimos. Los peajes
serían cobrados únicamente en uno u otro paso: no se pagaría nunca en un
mismo sentido, en el Arroyo Seco y en el Paso del Molino.
El 12 de junio de 1859, se ordenó el retiro de las cadenas que cerraban el
Camino al Cerro, hoy Avenida Agraciada, en el paso del Arroyo Seco, por
considerarse que el servicio era accesorio del que se cobraba en el Paso
Molino. Finalmente, ese mismo año, se anuló la concesión por considerarla
ilegal. La sociedad recibió el importe de la obra, sin intereses y la
concesión fue sacada a remate como lo disponía la Ley de 1829.
El 24 de marzo de 1860, se adjudicó el paso del arroyo Miguelete en el
puente a don Juan Garatey. Por un año tendría este señor la concesión,
debiendo abonarle 120 pesos mensuales a la Junta
Económico-Administrativa.
La nueva sociedad cobraba un "vintén" (dos centésimos) a los peatones o
jinetes y dos "vintenes" a los vehículos.
Por muchos años se utilizó por parte de gente a pie, de carros,
diligencias, carruajes, jinetes y tropas aquel puente de cal y canto con
tres arcos. Muchas veces quedó bajo las aguas de las grandes crecientes. Y
en los períodos en que el arroyo no ofrecía dificultades para ser atravesado
en cualquier punto, se vigilaba que nadie dejara de utilizar el servicio,
para lo cual se cerraban los accesos con cadenas.
Lavanderas Miguelete |
Lavanderas Miguelete |
Lavanderas Miguelete |
Arroyo Miguelete en el año 1880 |
Arroyo Miguelete 1910 |
Arroyo Miguelete |
Puente Buschental 1922 |
Puente Miguelete 1921 |
Arroyo Miguelete |
Arroyo Miguelete en el año 1932 |
.